¿Se puede tratar la periimplantitis?
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Los implantes se han establecido desde hace tiempo como un procedimiento estándar. Tanto los pacientes como los profesionales valoran su utilidad y la posibilidad de tratar áreas edéntulas de manera predecible. Nuevas superficies de implantes permiten su uso incluso en situaciones comprometidas con tiempos de cicatrización más cortos. Parece que no hay riesgo. Las tasas de supervivencia claramente superiores al 95 por ciento se consideran algo normal. ¿Es tan simple? ¿Es el implante un instrumento de bajo riesgo para el tratamiento en la práctica dental diaria? Las tasas de supervivencia no son equivalentes al éxito. Estudios sugieren que hasta el 65 por ciento de los casos se ven afectados por mucositis periimplantaria y el 47 por ciento por periimplantitis. La terapia temprana de la mucositis periimplantaria y la prevención de la periimplantitis tienen la máxima prioridad.
Diagnóstico
Para el diagnóstico de la mucositis periimplantaria y la periimplantitis, solo se necesita una sonda periodontal y una radiografía de un diente individual.
Se recomienda la sondeo regular de las profundidades de sondaje periimplantarias después de la fase de cicatrización. En este caso, la presión no debe exceder 0,25 N. El riesgo de dañar la superficie del implante durante el proceso de sondaje es infundado, por lo que las sondas de medición convencionales no necesitan ser reemplazadas por sondas de medición especiales. La detección temprana de una mucositis periimplantaria es importante, ya que la transición a una periimplantitis es fluida y el estadio de la enfermedad actualmente no puede ser determinado con ninguna herramienta disponible. Además de las profundidades de sondaje, el Bleeding on Probing (BOP) está en el foco, lo que le da al profesional una primera visión sobre el estado inflamatorio de la mucosa. Mientras que un BOP positivo indica al menos una mucositis periimplantaria, una supuración es un signo de una periimplantitis existente. En la literatura se indican límites para la pérdida ósea entre 0,4 mm y 5 mm, a partir de los cuales se puede hablar de periimplantitis. También se han reportado casos en los que una pérdida ósea de hasta tres vueltas de tornillo no fue considerada como periimplantitis, sino que aún caía dentro del ámbito de definición de la mucositis periimplantaria. Sin embargo, estos procesos de remodelación ósea solo son visibles en la radiografía y pueden ser evaluables dependiendo de la imagen tomada.
Se recomienda generalmente la radiografía de un solo diente, que se toma con técnica de ángulo recto. Para poder evaluar mejor los procesos de remodelación, se recomienda, además de un hallazgo de sondaje en el momento de la inserción de la prótesis dental (ZE), realizar una radiografía. Así, la situación inicial puede compararse mejor con los posibles fenómenos de reabsorción que puedan surgir en el transcurso. No toda pérdida de hueso alrededor de los implantes se puede equiparar con una periimplantitis. Más bien, también pueden ocurrir procesos fisiológicos de remodelación después del suministro de ZE que pueden llevar a la pérdida de hueso. Estos, en comparación con una periimplantitis, no son inflamatorios y no son progresivos.
Prevalencia y factores de riesgo
Una revisión sistemática de la epidemiología de la salud y enfermedades periimplantarias de 2015 se ocupó de las complicaciones postimplantológicas. La prevalencia de la mucositis periimplantaria y la periimplantitis varió, dependiendo de las definiciones de caso utilizadas, del 19 al 65 por ciento y del uno al 47 por ciento. En los siguientes metaanálisis, se estimó que el promedio de prevalencia para la mucositis periimplantaria era del 43 (IC: 32–54 por ciento) y para la periimplantitis del 22 por ciento (IC: 14–30 por ciento).
Factores de riesgo generales
Dado que la periimplantitis se debe a la "placa" bacteriana, la capacidad de adhesión de la placa a la superficie del implante tiene una gran importancia. Se ha demostrado que en superficies de implantes lisas se adhiere menos biofilm. Además, en estudios preclínicos se ha mostrado que la pérdida ósea en implantes con superficies pulidas fue significativamente menor en comparación con las rugosas.
El tabaquismo se considera un factor de riesgo que influye significativamente en la aparición de la periimplantitis.
Si la ausencia o presencia de una encía adherida/queratinizada juega un papel como otro factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades periimplantarias se discute científicamente de manera controvertida. Existe un estudio en el que no se pudo demostrar una asociación significativa entre una encía adherida y una periimplantitis. Sin embargo, en otro estudio se pudo demostrar un mayor riesgo tanto para una mucositis como para una periimplantitis en presencia de encía adherida/queratinizada. Otro posible influjo en las enfermedades periimplantarias podría ser el tipo de rehabilitación protésica de los implantes, fija o removible, y el llamado desajuste protésico o "superestructura defectuosa". Para ambos factores aún no hay resultados científicos disponibles. Además, se discute la capacidad de higiene. Serino y Ström (2009) encontraron que los implantes con superestructuras no limpiables estaban más frecuentemente afectados por periimplantitis.
Además, en la revisión sistemática de Derks y Tomasi (2015) se describió una correlación positiva entre la "edad del implante" y la prevalencia de periimplantitis.
La periodontitis como factor de riesgo
Una gran cantidad de estudios incluye el estado de salud periodontal en la evaluación, de modo que se pueden establecer posibles asociaciones entre enfermedades periimplantarias y periodontitis.
Marrone et al. 2013 demostraron que los pacientes con periodontitis activa son susceptibles a la aparición de periimplantitis.
También en los estudios de Koldsland et al. 2011 y Ferreira et al. 2006 se encontró una correlación positiva entre la presencia de una enfermedad periodontal y la periimplantitis.
Los pacientes con enfermedades periodontales muestran un riesgo estadísticamente significativo más alto para enfermedades periimplantarias.
En un estudio transversal de Mir-Mari et al. de 2012, se investigó la prevalencia de enfermedades periimplantarias en un grupo de pacientes, integrado en un programa de seguimiento periodontal. Todos los sujetos provenían de la misma práctica privada y el programa de seguimiento incluía reevaluaciones continuas cada tres a seis meses.
Tras la finalización de las investigaciones, se pudo demostrar que la prevalencia de periimplantitis en pacientes de una clínica privada, con tratamiento periodontal posterior, se encuentra entre el 12 y el 22 por ciento. En casi el 40 por ciento se presentó mucositis periimplantaria. Estos valores de prevalencia son comparables a los resultados obtenidos de pacientes en clínicas universitarias.







Terapia
Aunque la terapia de la mucositis periimplantaria no conduce a una curación completa en todos los casos, es mejor y más económica para el paciente, y debe ser controlada en intervalos cortos de tres meses. La terapia recomendada se limita a la eliminación regular, sistemática y profesional de la placa y a la mejora de la higiene bucal en casa. Herramientas complementarias como enjuagues, ungüentos con diferentes ingredientes, antibióticos o láser no tienen un beneficio adicional en el tratamiento de la mucositis periimplantaria. Fumar debería, si es posible, ser cesado y la prótesis dental debe ser revisada por un correcto ajuste y corregida si es necesario. La terapia de la periimplantitis se divide en (1) terapia no quirúrgica y (2) terapia quirúrgica.
Mientras que en la mucositis periimplantaria las medidas adyuvantes no aportaron beneficios adicionales, estas deberían ser aplicadas en la terapia no quirúrgica de la periimplantitis. Además de la recomendación de dispositivos de chorro de agua en polvo con polvo de glicina, el láser Er:YAG también muestra ventajas en cuanto al éxito del tratamiento. Antibióticos locales (doxiciclina) y chips de CHX también pueden ser recomendados como adyuvantes. Incluso en presencia de una periimplantitis, la reducción de los factores de riesgo (suministro de prótesis dental inadecuado, fumar) no debe ser ignorada. Si ya hay una destrucción ósea de más de 7 mm, es poco probable que se detenga la progresión (resultado estable durante más de seis meses) mediante una terapia puramente no quirúrgica. En estos casos, se debe preferir una terapia quirúrgica temprana. Ninguno de los enfoques quirúrgicos estudiados mostró una ventaja en comparación directa. Solo hay consenso en que el tejido de granulación debe ser completamente eliminado y la limpieza de la superficie del implante juega un papel central.
Los defectos que surgen después de la limpieza pueden ser rellenados con material de reemplazo óseo. Sin embargo, las recesiones son muy probables.


Perspectiva
La investigación de los últimos años muestra claramente cuán diferente se define y observa el tema de la mucositis periimplantaria y la periimplantitis. Sin embargo, no se puede hablar de una ola incontrolable de periimplantitis y, afortunadamente, las preocupaciones de los últimos años no se han confirmado. Para proporcionar más claridad a los tratantes y ofrecerles mejores protocolos para el tratamiento de la mucositis periimplantaria y la periimplantitis, aún hay una gran necesidad de investigación. Asimismo, debe aumentar la comprensión relacionada con los implantes y la inflamación que los rodea. La implantación se presenta como un método simple y seguro para proporcionar rápidamente dientes fijos en áreas maxilares desdentadas. Esto es cierto, pero deben cumplirse las condiciones adecuadas para reducir al mínimo las intervenciones posteriores. Los implantes son un campo aún joven en la odontología en comparación con otros métodos de tratamiento. La variación de los materiales, la textura de la superficie, el tipo de implante (monolítico, multipartito), la conexión del pilar, si el ZE fue cementado o atornillado, el ZE en sí, el paciente (fumador, diabético, higiene bucal, etc.) y, por último, el tratante, influyen en la probabilidad de periimplantitis. Debemos dejarnos sorprender si los implantes más recientes de cerámica o el tratamiento de las inflamaciones periimplantarias con probióticos conducen a una reducción del riesgo. Sigue siendo emocionante.
Conclusión
La mucositis periimplantaria se define como una inflamación sin pérdida ósea/nivel óseo reducido. La inflamación presente afecta la mucosa adyacente al implante, mientras que en el caso de la periimplantitis, la inflamación se combina con una pérdida ósea. Se indica la "placa" como factor etiológico. Similar a la gingivitis, que representa una inflamación de la mucosa marginal oral, la placa conduce a una mucositis. Se cree que algunos, pero no todos, los cambios mucositarios pueden progresar a una periimplantitis.
El diagnóstico se realiza mediante una sonda periodontal y una radiografía. Se recomienda el control regular de las profundidades de sondaje periimplantarias después de la fase de cicatrización. En este caso, la presión no debe exceder 0,25 N. Además, se debe determinar el sangrado al sondaje (BOP).
La prevalencia de la mucositis periimplantaria y la periimplantitis alcanza en estudios, dependiendo de las definiciones de caso utilizadas, valores del 19 al 65 por ciento y del 1 al 47 por ciento. En los siguientes metaanálisis, se estimó que el promedio de prevalencia para la mucositis periimplantaria es del 43 por ciento y para la periimplantitis del 22 por ciento.
Se ha demostrado que en superficies de implantes lisas se adhiere menos biofilm. En un trabajo sistemático de literatura se pudo describir una clara relación entre el tabaquismo y las complicaciones periimplantarias. Si la ausencia de una encía adherida/queratinizada es un posible factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades periimplantarias se discute científicamente de manera controvertida. Existen tanto estudios que no pudieron establecer una relación entre la periodontitis y la periimplantitis, como estudios que muestran una asociación significativa entre ambas enfermedades. Se recomienda informar a los pacientes con periodontitis sobre el posible aumento del riesgo de desarrollar periimplantitis.
El reconocimiento temprano y la posterior terapia de la mucositis periimplantaria es el objetivo principal en la prevención de la periimplantitis. La terapia recomendada para una mucositis periimplantaria se limita a la eliminación de placa realizada de manera regular, sistemática y profesional, y a la mejora de la higiene bucal en casa. Mientras que en la mucositis periimplantaria las medidas adyuvantes no aportaron beneficios adicionales, estas deberían aplicarse para el tratamiento no quirúrgico de la periimplantitis. Además de la recomendación de dispositivos de chorro de agua en polvo con polvo de glicina, el láser Er:YAG o antibióticos locales (doxiciclina) y chips de CHX también muestran ventajas en cuanto al éxito del tratamiento. Si ya existe una destrucción ósea de más de siete milímetros, es poco probable que se detenga la progresión (resultado estable durante más de seis meses) mediante una terapia únicamente no quirúrgica. En estos casos, se debe preferir una terapia quirúrgica temprana. A pesar de los diferentes métodos quirúrgicos, hay consenso en que el tejido de granulación debe ser completamente eliminado y que la limpieza de la superficie del implante juega un papel central.
Para el futuro, sigue habiendo una gran necesidad de investigación para reducir continuamente las tasas de prevalencia de la periimplantitis, identificar la influencia negativa de los factores de riesgo en la salud periimplantaria y obtener nuevos enfoques terapéuticos para el tratamiento de la mucositis periimplantaria y la periimplantitis.





